domingo, 15 de noviembre de 2009

Capitulo 6, 7 y 8

Capitulo 6
Sobre muertes y citas
Scarlet, la hermana mas pequeña de Petula, recibió un inesperado encargo de la redacción del periódico del instituto: escribir una noticia, la primera de toda su vida, sobre . Se dirijio a la oficina prensa de los nervios, tanto por el encargo como la perspectiva de tener que tratar con el profesor Filosa.
El escritor carcamal que dirigía el panfleto, perdón, el periódico del instituto como si del Daily Planet se tratarse.
A Filosa no le impresionaron ni el sentido del humor ni la evasiva de Scarlet. –Nunca he tenido que escribir una – dijo Scarlet con sorprendente inseguridad-. A demás, no es mi fuerte hablar bien de la gente que no conozco, ni tampoco de la que no conozco, todo hay que decirlo. Scarlet saco el uniforme de la policía y leyó por encima la escasa información que ofresia la ficha oficial. Al llegar a su retrato escolar se quedo de piedra.
-Supongo que ahora tengo tu vida en ms manos- dijo, y empezó a escribir.
A Charlotte la reconfortaba saber que si no había mas remedio que ir a clase, al menos también había tiempo de recreo. Tiempo para salir de aquella aula y darse un respiro. Una realidad que a Charlotte no se le paso por el alto cuando ella y Piccolo Pam entraron en la cafetería.
La cafetería del Hawthorne siempre le recordaba a un supermercado, tan ostentosamente dividido en secciones. Era imposible perderse. Una vez decidido quien era uno o, para ser mas exactos, quien había decidido Petula que era uno, entonces resultaba fácil entrar tu sitio.
Al examinar el comedor, observo que todos los que allí estaban tenían asignado el séptimo turno de comedor. Una expresión del mas puro terror nublo el rostro del chico, que se quedo paralizado un momento, miro a su alrededor como un conejo asustado, dejo caer la bandeja y echo a correr hacia la salida. Tenia la cara tan desencajada que casi daba risa. –La interaccion con los seres vivos esta estrictamente prohibida – le advirtió Pam-. Casi todos lo sabemos por instinto cuando llegamos. era una cola de cafetería distinta que nunca hasta entonces había tenido que hacer. Una cola reservada a los estudiantes muertos. Invisible a los vivos.
De porte estirado, brillante pelo largo y bonito perfil, Kim lucia todo un arsenal de PDA. Mientras Kim se habría hueco a empellones, Charlotte vio caer algo en su bandeja. –Es para mi- dijo Kim, quien al volverse revelo en el lado opuesto de su cabeza un teléfono móvil que sobre salía de una herida abierta que llegaba desde la cien a la mandibula inferior. –Pensaba que lo de la era un cuento – dijo Charlotte mientras hacia un autentico esfuerzo por no mirar directamente hacia Kim. – No acabo de entender la historia esta del . ¿Sera que yo no tengo ninguno? – le pregunto Charlotte a Pam.
-Fijate en DJ, por ejemplo – dijo Pam apuntando con la barbilla hacia la mesa de los chicos muertos -. Parece supertranquilo y entero. Nadien diría que tenga muchos asuntos que resolver.
Mientras avanzaban en la cola, Charlotte examino la oferta de dulces, fritos y acidos grasos del bufet etc. Comida basura de la mejor. Un autentico McWilly Wonka Hut. Prácticamente todo lo que acaba engrosando los mí chelines estaba allí, friéndose en la plancha. Las camareras muertas llevaban redecillas de cuerpo entero. En lugar de las omnipresentes redecillas de pelo de las vivas, supuso que para y evitar que cayera algún pedazo de cane en la comida durante la elaboración de aquellos platos tan decadentes. Charlotte se hizo con un buen cargamento de comida y culpabilidad. ¿Qué habrían pensado Petula y las Wendys, sus anoréxicos modelos a imitar?. Estaban tan obsesionadas con su IMC como otros lo están con las notas del examen final de aptitud.
-No es que nada importante ya, Charlotte. Lo que pasa es que ahora tienes otras prioridades. Una meta distinta – le explico telepáticamente Pam, que se encontraba bastante adelantada en la cola.
El echo es que Charlotte no estaba acostumbrada a respuestas tan cordiales. Con frecuencia se sentía a falta de un lugar donde sentarse, y se quedaba planteada de pie durante un lapso de tiempo penoso, bandeja en mano, buscando sitio. Ambas asintieron conformes y al levantar la mirada de su conversación se percataron de la presencia de una chica que estaba sentada sola en la mesa de al lado, toda encorvada, y que se subió las mangas de su jersey de su cuello alto para impresionar los cortes que exhibían en muñecas y antebrazos. – Si. Una , acabo en el hospital. Murió de una de esas infecciones por estafilococos resistentes a todo.
-Muy bueno, pero no, fue mucho peor – dijo Pam, acercándose a Charlotte-. Se emborracho en una fiesta, devolvió en su bolso extragrande, se desmayo sobre el y se ahogo en su propio vomito. – Me emparejaron con Damen Dylan, el chico mas guay del instituto, para las practicas del laboratorio. -¡Vamos, sigue! – exclamo CoCo, quien recibió sendas miradas asesinas por parte de Pam y Charlotte. – mira, Pam, a mi eso del Destino simpre me ha parecido una chorrada – dijo Charlotte, elevando el tono de voz palabra-. No es mas que una comedura de coco. ¡Hagas lo que hagas es imposible equivocarse!.
-Me sonrio justo antes de morir yo. . . Estabamos a punto de conectar. Era mi oportunidad para que el me conociera y para que, al final. . . puede que hasta. . . me pidiera que lo acompañara al baile – divago Charlotte-. El Destino –proclamo.
De regreso a su mesa, Damen paso junto a ellas de nuevo y Charlotte le siguió con los ojos, como un decidido postor observando un bolso de Chloe en eBay. –Las cosas han cambiado, Charlotte –dijo Pam tomando asiento-. Ya no es cuestión de si Damen te pide salir o no. Es que ni siquiera te ve. –Tienes razón. . . –proclamo Charlotte, abrazo a Pam y le planto un beso de agradecimiento en la mejilla-. ¡Ni siquiera me ve!

Capitulo 7
Ni si quiera sabe que existo
Charlotte decidió sacar partido de este . El que experimentara en la cafetería con Pam resulto, cuanto menos, motivador. –¡Meterme en sus clases , su taquilla, su coche, hurgar en sus calzoncillos! –grito, y entonces se detuvo abruptamente-. Bueno, no en los calzoncillos. . . en los cajones de los calzoncillos y otras cosas. . Se sentía . Es mas, la infinitud de posibilidades, aunque atosigantes, era prácticamente abrumadora, siendo la palabra clave.
Sabia que era asi como como remataba el dia, con un atrevimiento de futbol y un poco de pesas y, si Dios quiere, una ducha. Pero ni si quiera el olor a calcetines sucios, vaporosos y enmohecidos y a sobaco sudado lograron disuadirla, aunque a punto estuvieron de hacerlo. Era alto, delgado y fornido, ancho de torso y espalda, suficiente para desmayar a cualquier chica. Ajeno a todo, Damen continuo desvistiéndose, para deleite de Charlotte, que le miraba con los ojos desorbitados. La repuesta no se hizo esperar. Al resbalar sus pantalones hasta el suelo y sacar el la pierna izquierda y luego la derecha del gurruño que ahora formaban los holgados vaqueros en torno en los tobillos, quedaron al descubierto sus bóxers a cuadros.
-Inspeccion de suspensorios –oyó que gritaba Bradley Grayson, en un arrogante jugador novato de lacrosse, a la vez que le estampaba en el antebrazo sin previo aviso, a Sam Wolfe en la entrepierna. Sam desnudo, se en dos y se agarro la entrepierna, planteándole su enorme y palido culo peludo de oso lleno de granos delante de las narices. Se sintió fatal por Sam;lo mismo que Damen, por la cara que puso, pero Brad siguió andando y riéndose. Charlotte, asfixiada, salió pintando por la ventana que permanecia abierta encima de la taquilla de Damen, agitando el húmedo vapor que llenaba la estancia lo suficiente como para que Damen se diera cuanta. –El lado bueno de la mortalidad –razono-. ¿Qué, a tu casa o ala mia? – le pregunto Charlotte a Damen con sarcasmo mientras el se abrocho el cinturón.
-¡Tuyo es! –dijo Charlotte mientras Damen sacaba el coche de su plaza reservada, Damen extendió el brazo derecho, el mismo que ella había admirado en el vestuario, sobre el respaldo del asiento del acompañante mientras conducía. –¡Por dios, Pam! –grito a la vez que se volvia hacia asia el asiento trasero. Como Charlotte no diría muestras de ceder, Pam puso los ojos en blanco y desapareció tan raido como había aparecido. Estaba claro que no iba a desperdiciar su muerte haciendo de carabina.
Charlotte estaba tan obsesinada con ver donde dormía Damen y resolver entre sus cosas que ni por un instante no se le ocurrió pensar que tal vez no se dirigía directamente a su casa.
No, no era un caseron cualquiera. Era la casa de Petula. La idea no es que fuera muy brillante, pero Charlotte los siguió. Camino arriba se fue hasta delante de la casa, a toda prisa, ajena a la agitada bandada de mirlos que ahora revoloteaba sobre su cabeza. Giro en redondo para irse y observo como los pajaros se alejaban, aunque no sin antes dejar caer una lluvia de excrementos justo encima de su cabeza.
Charlotte se coloco en posición, con valentía, de cara a al puerta. Sus conocimientos básicos sobre las propiedades de los solidos, por no hablar de su experiencia como fantasma, la ayudarían a travesar la puerta, o al menos eso esperaba. Para su sorpresa, ¡las puntas de sus dedos, seguidas inmediatamente de los nudillos, la palma de la mano, el codo –el brazo entero- estaban atravesando la puerta! Luego la pierna. La cosa iba de maravilla. Hasta hata que llego al hombro.
Mierda, si. Permanecer medio atrapada en la puerta para el resto de la eternidad no era una perspectiva demasiado atractiva, que se diga, y el inconveniente del asunto este de la intangibilidad era que tenias que entrar y salir pero que muy rápido.
Entre tanto, Charlotte atravesó la puerta del todo y se aserco al busto, en el cual se encontraba Damen. Lo rodeo y se planteo de cara al hombre de sus sueños , sin nada que los separara salvo el torso del maniquí y el vestido encajando con el. Con un solo paso, Charlotte hiso desaparecer la distancia entre ambos, introduciéndose en el busto, y en el vestido también.
Al apartarse, Charlotte contemplo el reflejo del maniquí en el espejo de cuerpo entero que el le havia estado tapando de la vista. Se sintió hermosa por primera vez en su vida, tal y como siempre havia imaginado como seria ataviada con un fabuloso y carísimo vestido a medida –justo como Petula. Damen sujetaba a Petula de uno de sus mechones de pelo rubio platino y tiraba a el en cada beso, forzándola a pegarse mas a el, insaciable.
El único modo que había de averiguarlo era estando con el, en ese instante, como Petula debiera haber estado. Y eso era imposible. Resultava ironico que ahora que estaba muerta y tenia la lavertad de moverse a su antojo no pudiera meterse en dos lugares en concreto: en sus brasos y en su mente. Charlotte continuo respirando su aliento sintiendo su tacto. Se paso la lengua por los labios y echo la cabeza atrás en el mismo instante en que Petula echo atrás la suya y serro los ojos de nuevo. Tras unos instantes de lamento, levato la cabeza para mirarse al espejo. Charlotte estaba tan acongojada y distraída, que no supo si las gotas deslizaban por la empañada superficie era el reflejo de sus lagrimas o no, como tampoco se percato de la nube de vapor de ducha que llenaba la estancia.
Durante un segundo, la cortina humeda se le quedo pegada al rostro como una bolsa de cadáveres, y entonces, casi automáticamente, su rostro la atravesó y se asomo al cubículo de la ducha, aterrorizada, Scarlet se percato lo que a todas luces paresia un reguero de sangre que se escurría por uno de los lados de la bañera esmaltada de blanco y descendia hasta el desague.
Se quedo plantada mientras Charlotte entraba en la estancia. Miro a su alrededor y se fijo en los viejos carteles de las películas de culto. Que colgaban de las paredes y entre los cuales aparecían unos pintorescos marcos de caja que ponían los pelos de punta debido a las grotescas figurillas que exhibían en su interior.la situación se estaba haciendo mas y mas surrealista, pero Scarlet casi había superado todo su miedo. Casi. Incapaces de contenerse, las dos chicas empezaron a llorar.
-Tiene que haber alguna razón lógica –dijo Charlotte sin dejar de pasear la mirada por la habitación-. El vestidor se encontraba repleto de ropa, bolsos, joyas, bufandas y demás, todo vintage. Se dijo necesitas un lavado de cara. Y ya sabes, vive de prisa, muere joven y tendras un bonito cadáver. . . –dijo Scarlet a la ves que colocaba su instrumental sobre un trapo junto a Charlotte como si fuera un cirujano preparándose para una preparación de vida o muerte.
-Olle,¿y no te doy, no se, como algo de cosa o un poco de miedo? –pregunto Charlotte, mientras Scarlet escundriñada su extensa paleta de sombras para ojos, cuidándose mucho de la combinacion correcta de tonalidades. Scarlet introdujo una espátula en un resipiente morado, la embadurno de cera caliente y procedió a aplicarla cuidadosamente sobre la cera de Charlotte. Al cabo de unos segundos, aplico un pequeño pedazo de tela sobra la cera, la presiono con los dedos y se la retiro de un tiron, esperando una reacción de dolor de Charlotte, pero esta ni si quiera parpadeo. Recorrio el pasillo a toda prisa, echando un ultimo vistazo a Damen, que dormía plácidamente en la cama de Petula, en aparencia agotando por la sencion de morreo, mientras Petula continuaba prendiendo alfileres en su vestido.
-¡Espera! – le chillo de nuevo a Charlotte, pero Charlotte no contesto, ya estaba bien lejos, casi fuera de vita-. Genial. No es solo que ve muertos, no, es que para colmo tengo mono –dijo Scarlet dando otro portazo.





Capitulo 8

El corazón de las tinieblas
La residencia Muerta, asi llamaban los chicos muertos a Hawthorne Manor, podría resultarles deprimente a otros, pero para Charlotte era como una comunidad. Estos y otros pensamientos ocupaban su mente mientras se dirijia a toda prisa a la reunión. Era extraño, pero aun cuando se tratara de la primera vez que iva a Hawthorne Manor , el instinto la guio hasta allí, que un GPS del mundo espiritual. Ornamentados farolillos adornaban el perímetro del porche corrido, con postes como bastones de caramelo. A diferencia de la oficina de admisiones del sonato, tan esteril, y del aula de Muertologia, tan fea y anticuada, Hawthorne era mágica.
Charlotte subió los esalones hasta el porche, a somo atravez de la ventana vidriada y contemplo la gigatesca araña, a mas puro estilo Fantasma de la opera. Que colgaba del techo del vehículo. Entro y se quedo plantada en la estancia, enlosada con grandes baldosas blancas y negras de mármol.
Le maravillo la profesión de tallas ordena mentales de manera de cerezo que adornaban los arcos de las puertas de toda su casa, Pan y Charlotte se dirigieron a la sala de reuniones del final de pasillo, que parecía una aula de literatura de un College de la ivy lenguaje, como sacada del club de los poetas muertos al penetrar con timidez en las sala, sus compañeros de residencia recibieron su nuevo look, con riza apagadas, bueno, todos salvo prue, que estaban visiblemente cabreada - ¿Qué momento - pregunto Charlotte, entrecomillando el aire para mayor énfasis.
Ninguno de nosotros lo sabe a ciencia cierta – contesto Pan-. Resolver nuestros asuntos personales es solo arte del proceso. Evitar que vendan esta casa es algo quetenemos que coseguir en equipo Nuestro deber es trabajar juntos y olvidar las necesidades y deceos propios. Y no pienso permitir que eso no ocurra –concluyo lanzando una mirada amenazadora a Charlotte. Todos los semblantes se tornaron serios, bueno, todos menos los de Metal Mike y Deadhear Jerry, que trataban de animar el ambiente haciendo gestos lascivos a Abigail, la ahogada, quien, curiosamente, seguía en traje de baño a pesar de sus varices, su nauseabunda piel palida y transparente y sus ojos saltones.
, imploro para si, mientras intentaba quitarse de la vista lo mas posible, escondiéndose detrás de Simon y Simone, los fraternales que compartían pupitre delante de ella.
Charlotte sobresalto a toda su clase con su reacción. –¡Ya se¡ ¡Podemos decorar toda la casa de ! Con eso bastaría –dijo CoCo con un escalofrio.
-Bueno, la casa no la podemos embrujar y no sea que el tiro nos salga por la culata. Podría acabar convirtiéndose en atracción turística y recreo para universitarios borrachos o bien conseguirnos todas las papeletas para que la conviertan en un aparcamiento – la atajo Prue. Charlotte, pero mas que deseosa de darle cancha suficiente donde poder cavar su propia fosa. Charlotte se lanso inmediatamente a emparejarse con Pam, pero tan pronto se aproximo a ella, Prue agarro a Pam del brazo como una violeta profesora de primaria arrastrando a un discolo al pasillo.
Subió hasta el siguiente rellano de la escalera, en la planta inmediatamente superior a aquella en la que se hallaba la sala de reuniones y camino hasta la primera puerta que encontró havierta. La habitación estaba vacia y ella se sintió como en casa en instante, supo de forma instintiva que se trataba de su dormitorio.
Una araña, hermana pequeña de la que había en el vestíbulo, colgaba hasta muy abajo desde el techo abovedado con vigas vistas. Se acerco a la cama y se derrumbo sobre ella.
-La muerte me esta arruinando la vida –dijo mientras se envolvía entre una colcha de terciopelo arrugado. Ojeo las ilustraciones de estilos años 50 en las que un tipo poesía a una chica y se empapo de cada palabra de los pies de foto. Charlotte se llevo las manos a los ojos y se cerro los parpados, por si acaso, mientras la suave brisa otoñal que se colocaba por la ventana hizo revolotear las hojas de su libro hasta la ultima pagina del capitulo; una que nos havia leído todavía. Advertía: .

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